La amistad, según su definición, es "la relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia". Y justo eso es lo que florece tras cualquier evento relacionado con el Patchwork, pues resulta que esta particular técnica reúne a personas muy distintas pero con un mismo propósito: disfrutar de la artesanía en su mejor versión.
Hace ya muchos años que vengo observando lo que ocurre tras cualquier acontecimiento de esta índole y es que resulta imposible no conectar con las personas asistentes a este tipo de evento, sea cual sea.
La experiencia a lo largo del tiempo me ha demostrado que todas aquellas personas que acuden a un encuentro de Patchwork, llegan muy expectantes por aquello que les espera, pues se reencuentran con compañeras que hace tiempo que no ven y conocen a otras que no esperaban, por no hablar de las vivencias que experimentan en esos días especiales.
Pasa exactamente lo mismo cuando son clases de Patchwork a las que asisten asiduamente. En estos casos las alumnas suelen ir además con un propósito, aprender o avanzar en esta técnica que les resulta, cuanto menos, interesante. Ellas, por norma general, suelen mostrar su inquietud por esta disciplina y sus posibilidades de crear, aunque también están abiertas a conocer nuevas amistades con las que compartir su pasión.
Y es que el mundo del Patchwork no solo te mueve por lo que es, sino por todo lo que conlleva y el entorno que crea. Y es esa su verdadera magia.
Para que lo entiendas como yo lo veo cuando vivo un momento "Patchwork": caras contentas en un espacio en el que se respira buen rollo, rodeadas de amigas, conocidas y trabajos que todas llevamos y de los cuales compartimos los patrones para su elaboración.
Y así, con esta buena vibración que me aporta hablar de mi gran pasión, me despido hasta la próxima.
